Hace mucho tiempo que en este país no tiene sentido escribir. Estoy dispuesto a pensar que nunca lo ha tenido. No puedo aportar una sola obra literaria que haya influido en lo que somos, o haya ido más allá de originar pataletas que nada tienen que ver con la razón por la que se piensa. La idea de literatura que tenemos es la misma que tenemos de llevar zapatillas de marca, para que los que corren con nosotros nos envidien. Decía Torrente Ballester que el pueblo inglés es un pueblo imbécil, pero al menos había segregado buenos escritores. En España, El Quijote ya nos llevó a no tener que formular ese tipo de sentencias. Aquí no existen diferencias entre obras buenas y malas, sólo entre las obras que se venden y las que no. Otra cuestión es quiénes las compran. Digo todo esto para añadir una ilustración al panorama cultural: acaban de publicarse dos libros sobre un asesino al que nadie comprende -José Bretón-, y eso, al parecer, ha supuesto cierto avance en nuestra libertad, porque un juez ha permitido que uno de ellos, contra la reclamación impuesta ante la Fiscalía de Menores por la esposa de Bretón, se divulgue. Digo que el caso ilustra muy bien qué es lo que lleva a la industria cultural de este país a poner en marcha las imprentas. Si quisiera conocer a Bretón, leería A sangre fría, de Truman Capote, pero no quiero conocerlo. Y si Sir Arthur Conan Doyle escribiera las declaraciones de Jack el Destripador, lo leería por Conan Doyle, no por Jack el Destripador.
No obstante, el público tendrá acceso a lo que piensa alguien a quien el pensamiento sólo se le supone, igual que la moral a Pol Pot. La campaña publicitaria que han supuesto los tribunales ha venido muy bien, pero hemos de esperar la reacción de los que leen dos libros al año para saber si estos dos sobre Bretón constituirán ese acercamiento anual al arte literario. Así se hacen aquí las cosas. Ese es el criterio que se emplea para llenar de palabras el papel, y para sacar ese papel lleno de palabras a la calle. No creo que exista un caso psiquiátrico en este tema, y menos un argumento literario. Sólo es una anomalía, igual que la que hace que te atragantes y mueras con un trozo de carne poco hecha. Así se elabora nuestra historia de libros publicados. Y hasta puedo suponer que dentro de 20 años los libros de texto de Lengua Castellana y Literatura de segundo de bachillerato saquen estas referencias. Al fin y al cabo, los que publican unos publican también los otros.
Se escribe para nada. Se construyen historias y argumentos porque hay que ganarse la vida. Se lee porque hay que entretenerse, igual que se pone la tele, o se ven vídeos del carnaval de Río. Se consumen relatos, no hay nada más. Hemos llegado a un punto -lo he repetido muchas veces- en que no hay nada en lo que escribimos que muestre lo que nos está ocurriendo, con las claves necesarias para que lo comprendamos. José Bretón tampoco va a hacerlo. Siempre se ha dicho que es preferible leer a no leer, pero todo eso está cambiando. Ahora resulta que es lo mismo, porque estamos viendo que es preferible leer lo que no está en los escaparates de las librerías. Hay que saber cuáles son nuestros libros, si queremos leer otra cosa que no sean las noticias morbosas del periódico. Hay que pedir otras cosas a los que escriben y a los que publican. Si no, nunca sabremos si estamos solos en el universo.
En este cosmos sin fin es placentero leer tus desilusiones, lo que confirma que, al menos, estamos unos y otros.
La pauta de si vale la pena leer y escribir, en mi parecer, te la da el grado de satisfacción que otorgue hacerlo, la saciedad.
Levantar la bandera de la literatura en tiempos fuleros es un acto cuanto menos curioso, y eso quizás trascienda los tiempos.
Me gustaMe gusta
He estado enseñando literatura durante 36 años. Me apena que a la litrratura le pase como a la música clásica. Siempre me ha gustado pertenecer a una generación de gente inteligente. Eso te multiplica, y he intentado que las que vienen compartan eso conmigo, pero veo que lo que están fabricando es lo contrario. La literatura requiere profundidad y trabajo. Les están quitando el tiempo para adquirir siquiera esas inclinaciones.
Me gustaMe gusta
Si, y si observás en otras latitudes es aún peor, tal vez difícil de imaginar.
De profundidad y pensamiento elevado no hay rastros. Quedará para selectos marginales nomás.
Me gustaMe gusta
Estoy de acuerdo en que cada vez se escribe y se lee más basura porque lo que manda es que venda, y la gente es muy morbosa (generalmente, quiero pensar, la que menos hábito y amor por la lectura tiene). Pero, creo que sí hay gente que escribe en otras direcciones, que además de dejarse leer, te alimentan ese querer leer más 😊, ¡¡¡Y menos mal!!! Seguiremos esquivando los «best sellers» 🤪 Un abrazo!
Me gustaMe gusta
Me sumo a ese deseo, Vane. Ojalá exista disidencia
Me gustaMe gusta