Cuestiones políticas

Siempre nos preguntamos por qué la democracia no resuelve los problemas de la gente, por qué los políticos nunca atienden a lo que el público pide, que es la razón por que los vota. Sin duda, ese es el gran fallo de la llamada democracia: los partidos nada tienen que ver con quienes los votan, ni siquiera con lo que prometen. Los partidos son representantes de poderes que jamás atienden, ni han entendido lo que arrojan las mesas electorales. Ahora, Europa se escandaliza por el auge de la ultraderecha, y Alemania, que es el país al que más vergüenza debía de darle ese auge, ve cómo en Turingia, Sajonia y Brandenburgo se elogia a las SS nazis, y puede que ganen los que firman esos elogios. Las formaciones populistas hacen algo que los demás partidos no suelen hacer: muestran lo que ocurre. Tampoco poseen soluciones para lo que muestran, pero lo muestran, y fingen que lo que muestran es remediable.

            En Europa, y en España, la democracia fracasó desde sus planteamientos. 17 circunscripciones y 17 parlamentos que no son federalistas, sólo compiten entre ellos. Un partido socialista que no es socialista, y un partido popular que tampoco es popular. Y, sobre todo, el gran problema, por no llamarlo azote, de todas las socialdemocracias: no son más que la máscara que han puesto los que manejan el dinero a un sistema que sólo los beneficia a ellos. Me sorprendió bastante que cuando se formó la Unión Europea lo primero que se implantó fuera un Banco. La cultura nada significa, sólo la economía. Los burócratas se cargaron definitivamente a Platón, a Erasmo, a Carlomagno, a Marx, a Moro y a Nietzsche, para convertir a Christine Lagarde y al guiñol de las farmacéuticas en el timón que debía llevarnos por donde nos ha llevado.

            Hemos copiado el esquema del país menos libre del mundo, los Estados Unidos de América, donde únicamente los multimillonarios pueden presentarse a las elecciones y recibir el voto. Aquí, los candidatos no han de tener mucho dinero, porque ya lo tienen aquellos a los que representan. Los grandes problemas que es necesario afrontar nunca se afrontan: el imposible acceso a una vivienda, la necesidad de que la juventud consiga trabajo para independizarse, o la inversión en una cultura científica y humanística prioritarias, para que no sea sólo el fútbol y el argumentario para troles de la izquierda y la derecha lo que nos una. Quizá si tuviéramos esa cultura no nos importaría cambiar el voto, y votar al partido contrario con sentido común, consecuentemente, con criterio… Políticamente, vivimos en un power point, que es el espejismo que suele plantear la publicidad para que compremos lo que les interesa a los que fabrican barato y venden muy caro. Es evidente que, en este país, se mira antes el perjuicio de unos pocos que el beneficio de la mayoría. Por eso no tengo más remedio que curarme de ver telediarios escuchando aquella canción de Katrina & The Waves: “Walking On Sunshine”. Deliciosa. La recomiendo encarecidamente. Con sólo los primeros compases, te quita el suicidio de la cabeza.

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